La nueva modalidad de impartir clases en línea, representa una solución para los profesores venezolanos
Como cualquier mañana típica de los venezolanos, despertar y tomarse un café recién colado, alistarse para ir al trabajo y llegar a tiempo, es lo que muchos solían hacer como rutina diaria. Al finalizar el día, el retorno a casa era lo más añorado, sobre todo si era un viernes; pero lo que nadie se esperaba, era lo que estaba por suceder ese 13 de marzo de 2020.
A través de una cadena nacional, el gobierno central declaró estado de alarma por causa del virus COVID-19, suspendiendo todas las actividades en el país. Desde ese entonces, toda Venezuela se paralizó, y la incertidumbre reinó en los hogares de los venezolanos.
A 483 días desde el inicio de la cuarentena oficialmente impuesta por el presidente, Nicolás Maduro, el sistema de educación superior tuvo que adaptarse a una nueva modalidad, que para muchos fue inesperada, pero no desconocida, y junto a esas medidas, docentes de toda la nación buscaban las maneras de sobrevivir y adaptarse a lo que estaba por venir.
En un país que afronta una crisis sostenida, esta forma virtual de impartir clases “representa un reto tanto para estudiantes como para profesores”, así expresó Carlos Guerrero, docente de la Universidad de Margarita (Unimar).
Desde el inicio del confinamiento, producto de la propagación del COVID-19, muchos han sido los problemas que deben sobrellevar las casas de estudios en el país, y los docentes que en ellas laboran.
Desde fallas en la conexión a internet, cortes de energía eléctrica sin programación, hasta ansiedad, fatiga, estrés y frustración; son algunas de las sintomatologías negativas y vicisitudes, que padecen los educadores a mayor escala desde entonces.
INCERTIDUMBRE PESE A LOS AÑOS DE EXPERIENCIA
“La pandemia significó un cambio rotundo e inesperado en mi vida. Al principio me sentí desorientada, sin tener un camino claro que tomar”, así percibió la llegada de la cuarentena Isabel Elena Díaz, profesora de la facultad de Ingeniería de la Universidad Central de Venezuela (UCV), con más de 40 años de trayectoria.
Aunque Díaz no se encontraba del todo familiarizada con las nuevas estrategias de enseñanza, afirmó que no eran algo inusual para ella las clases online, ya que venía trabajando con anterioridad de esta manera en las materias de posgrados; pero manifestó que eran situaciones diferentes, tener que adaptar su contenido a las asignaturas de pregrado.
Así como Díaz, en la región andina se encontraba en una situación similar Jorge Bastidas, también profesor de pregrado y posgrado, con más de 15 años dictando clases en la Universidad de Los Andes (ULA) de Mérida.
Bastidas aseguró sentirse terrible, ya que la medida de cuarentena lo tomó por sorpresa, encontrándose solo, lo cual le generó crisis y ansiedad. Estos síntomas son similares a los que presentan profesores de otros países, tal es el caso de Chile, donde según encuestas realizadas en mayo de este año, los docentes se encuentran en una lucha entre emociones negativas.
“Sentí como si el mundo se fuera a acabar”, expresó el instructor.
LA ERA DIGITAL NO ES UNA NOVEDAD, MUCHO MENOS UNA DIFICULTAD
Cinco de las seis diferentes historias de las personas que entrevistamos, aseguraron que llevar sus clases a la modalidad virtual no era algo nuevo, ya que venían desarrollando diferentes actividades, previo a la llegada de la pandemia, por medio de plataformas digitales.
“A mí la pandemia no me agarró desprevenido porque soy un profesor que dicta periodismo digital; también soy joven, tengo 28 años y me gusta la tecnología”, destacó José Cordero, profesor de la ULA – núcleo Rafael Rangel en el estado Trujillo.
Por otra parte, desde la región oriental, la abogada, coach y profesora de técnicas de presentación en la escuela de Comunicación Social de la Universidad Santa María, Adriana Boscán, aseguró que dictaba talleres de oratoria de manera online y esa experiencia hizo que fuese un poco más fácil adaptarse. Sin embargo, considera que este proceso fue de manera progresiva tras cada clase.
DIFERENTES HISTORIAS CON OPINIONES EN COMÚN
A pesar de las diferentes opiniones, los profesores coincidieron en diversos puntos que se deben considerar para poder mejorar la calidad de la educación, y aliviar la sobrecarga que tienen los docentes desde que fueron implementadas las medidas de bioseguridad.
Tres de los seis instructores laboran en universidades públicas, y manifiestan que la crisis general en la que se encuentra el país, no favorece a estas casas de estudio, ni la tarea de dar clases para asegurar un futuro regreso a clases presenciales.
“Creo que el núcleo universitario Rafael Rangel va a tener que trabajar con clases virtuales por mucho tiempo… No veo un escenario de clases presenciales en mucho tiempo, puede ser que haya una modalidad mixta”, enfatizó Cordero en el video.
Vídeo cortesía: José Cordero.
Esta misma situación se repite en otras sedes de la misma universidad.
“No creo que las universidades públicas venezolanas vuelvan a la presencialidad. Al menos vamos a tener un modelo híbrido, porque no hay buenos salarios, no hay internet, no hay luz. La virtualidad permite que se sopesen esos malestares sociales. No tenemos para hacerle mantenimiento a la universidad y mantenerla abierta, ese es otro problema, pero igual seguimos guerreando”, comentó Bastidas.
“El reintegro a clases en Venezuela no es fácil, hay muchos factores que influyen, gasolina, efectivo, transporte público, acceso a las vacunas, etc. Yo estoy dispuesta a volver a las aulas, pero hay que evaluar. Son tantos detalles que deben afinarse, no creo que Venezuela esté preparada para ello en este momento”, acotó Boscán.
Sin embargo, existen diferentes realidades en las instituciones privadas. “La universidad se está preparando para trabajar con las tres modalidades de estudios luego de la pandemia, ya sea presencial, semipresencialidad o a distancia. Considero que algunas herramientas digitales que son muy útiles, se seguirán usando como apoyo en la modalidad presencialidad”, agregó Oswuald Hernández, Ingeniero en Sistemas y profesor de la Unimar.
DIFICULTADES PARA ENSEÑAR
La llegada de la pandemia significó para muchos educadores una preocupación, al no contar con el poder adquisitivo para equiparse con los dispositivos tecnológicos, manifestó Cordero.
Las instituciones debieron reestructurar la parte organizacional, con el fin de brindar una mejor educación. Así mismo, quienes decidieron seguir impartiendo sus cátedras bajo esta modalidad, tuvieron que adaptar su contenido.
“Esta experiencia ha sido fuerte para nosotros, es un trabajo más arduo que el que teníamos. Anteriormente teníamos contacto físico con los estudiantes y podíamos observar a través de sus acciones quien estaba entiendo, y quien estaba interesado. Ese contacto es importante, y en las clases online no se ve”, expresó Díaz.
Pero no en todas las casas de estudios fue sencillo el proceso de transición de clases presenciales, a educación impartida de manera remota.
En la Universidad de los Andes, “había que esperar la decisión que se tomara en Mérida, y una vez que eso sucedió, en Trujillo había otra complejidad. Había oposición para ver clases online. Pasó un año y dos meses desde que la pandemia inició, y hace dos semanas fue que comenzamos las clases virtuales”, acotó Cordero.
VOCACIÓN POR ENCIMA DE LA CRISIS
Un informe publicado por la red internacional Scholars at Risk en 2020, señaló que durante la etapa de confinamiento producto de la pandemia del COVID-19, aunado al déficit presupuestario masivo existente en el país y los bajos salarios de los profesores, “la desaparición del aprendizaje presencial y la imposibilidad de cumplir cabalmente la enseñanza virtual, debido al pésimo funcionamiento del servicio eléctrico y de Internet, constituyen nuevos agravantes de la decadencia de las universidades en Venezuela”.
La profesora Boscán aseguró que para ella lo más complejo es tener acceso a internet y disponibilidad de tiempo para hacer feedback con sus estudiantes, y poderles evaluar.
A pesar de las dificultades, ser docente es una profesión que se lleva en el corazón y se ejerce con vocación
Cada región del país presenta irregularidades propias de su zona, las cuales deben sobrellevar los instructores para cumplir con su labor de educar, además de sus responsabilidades familiares.
Guerrero aseguró que en Porlamar la falta de energía eléctrica y las fallas en el servicio de Internet, son problemas constantes que debe afrontar para poder continuar con sus funciones. Y destacó que en estos tiempos para ser un buen educador, se debe tener empatía.
A pesar de estas adversidades que forman parte del contexto país y que se agudizaron a raíz de la pandemia, muchos profesionales de la educación siguen apostando a Venezuela y al futuro que los estudiantes pueden darle.